Morelia, Michoacán a 22 de julio de 2025.- Ozzy Osbourne no solo se despidió del mundo. Se despidió con un acto de grandeza pocas veces visto en la historia de la música. A sus 76 años, el “Príncipe de las Tinieblas” eligió decir adiós como lo hacen los inmortales: con un último rugido sobre el escenario, rodeado de sus fans, sus amigos y su legado.
Hace apenas unos días, Birmingham fue testigo del llamado “concierto del siglo”. En el estadio del Aston Villa, Ozzy subió una última vez al escenario para agradecer, cantar y mirar a su gente. Metallica, Guns N’ Roses, Anthrax… una constelación del rock se reunió para rendirle tributo. Sentado en un trono, debilitado por la enfermedad de Parkinson, Osbourne lanzó una frase que hoy retumba con fuerza: “Se está tan bien en este escenario. No tienen ni idea”.

Y entonces, una semana después, se fue. Como si solo esperara esa ovación final. Su familia confirmó su fallecimiento este lunes, rodeado de amor y en paz. Su muerte no fue trágica: fue poética. Fue el acto final de un hombre que vivió entre excesos, luces y sombras… y que encontró la manera más poderosa de cerrar su ciclo: con dignidad, con gratitud y con verdad.
Ozzy Osbourne no murió. Dio una lección. Nos mostró cómo se despiden los grandes. Y ahora, desde donde esté, sigue escuchando una ovación que no terminará jamás.




