Morelia, Michoacán, 20 de Mayo de 2025.- La mañana en los campos de limón de El Alcalde, en el municipio de Apatzingán, comenzó como cualquier otra, hasta que una explosión rompió la rutina y el silencio. Armando C., un joven jornalero de apenas 23 años, perdió la vida al detonar accidentalmente un artefacto explosivo improvisado mientras trabajaba la tierra que le daba sustento.
El dispositivo, oculto entre la maleza, habría sido colocado por grupos criminales que operan en la región. El estallido fue tan violento que no dejó margen de auxilio. En cuestión de minutos, la zona se llenó de elementos del Ejército, la Guardia Nacional y especialistas en explosivos, quienes acordonaron el área ante el temor de que hubiese más dispositivos enterrados.

Este trágico suceso no es un caso aislado. En lo que va de 2025, al menos siete personas han muerto y tres más han resultado heridas por explosivos colocados en campos y caminos rurales en Apatzingán y Buenavista. La violencia silenciosa que dejan estos artefactos sigue cobrando vidas de inocentes.
Como parte de la respuesta, autoridades de seguridad han asegurado y destruido más de 500 explosivos, algunos incluso adaptados para ser lanzados desde drones, en un intento por contener el peligro y devolver algo de tranquilidad a una región marcada por la inseguridad.





