Por Héctor Tapia
El PRI, PAN y el PRD, los tres principales partidos opositores al actual régimen, se necesitan mutuamente y lo saben. Los números en las preferencias electorales lo reflejan claramente.
Pero no sólo los números en las preferencias, o nivel de aprobación que tienen ante el electorado, sino también los números que obtuvieron en la última contienda.
Sin embargo, al PRD, ninguneado “por sus aliados”, le tocará la peor parte, y está frente a una disyuntiva: o acepta los términos del ninguneo y desprecio de sus aliados, o se desmarca de una vez por todas para ir solo y rescatar la dignidad que le queda y tratar de organizarse para rescatarse y salvar el registro en el siguiente proceso electoral.
La configuración de la alianza que se anunció entre los tres partidos para enfrentar los procesos de este 2023, que son las elecciones de Coahuila y el Estado de México, y el 2024, donde destacan las candidaturas de la ciudad de México y la presidencial, dejó claramente al PRD excluido de estas postulaciones.
El PAN “lleva mano” en la definición de la candidatura para la capital del país y también la candidatura presidencial; esto “lastimó” al PRD porque quedó excluido del proceso de definición de la postulación presidencial.
Pero, ¿qué incidió en esto? La respuesta es simple. El PRD, en términos reales, tiene menos peso político, a partir de sus resultados electorales obtenidos en el proceso 2021. Es un partido que está al filo constante de perder el registro nacional. Proceso tras proceso ha venido perdiendo el registro en varias entidades federativas, lo que lo ha dejado disminuido considerablemente, frente a sus dos aliados que estructuralmente tienen más presencia en territorio y en representaciones populares en gobiernos locales, y también en el legislativo.
Es decir, bajo esta lógica, sería impensable que fuera postulado a la Presidencia un personaje de extracción perredista, sólo por provenir de una fuerza minoritaria en la alianza.
Con todo, queda claro que no se cuidaron las formas y desde el PAN y el PRI se mandó el mensaje al mismo PRD de que ni siquiera es considerado para la deliberación de los procedimientos a librarse para la definición de esta candidatura. El PRD tenía que tener claro que su posición no es para definir, sino para sumar su decreciente capital político a lo que planteen los otros dos partidos, y de remarcarlo se encargaron los otros dos partidos.
El PAN y el PRI, principalmente el primero, ya dejaron claro que si quiere sumarse el PRD, lo tendrá que hacer en los términos planteados por ellos, no a conveniencia del partido del sol azteca.
Esto genera la duda sobre la causa que derivó en esta postura hacia el PRD, ¿acaso es que si no acepta los términos de la alianza que plantean tanto el PRI como el PAN es mejor dejarlo morir en el camino?
Tal parece que, conforme avanza el tiempo, si el PRD se quiere salvar, si quiere continuar con su registro, tendría que aceptar el desdén y los términos de la alianza que plantean el PRI y el PAN; aunque, por otro lado, si decide ir solo, podría salvar su dignidad, aunque no salve eventualmente el registro.