A 9 de julio de 2022.- “Si hay algún dinosaurio en el partido ese soy yo”, dijo alguna vez Luis Echeverría Álvarez, el presidente que gobernó México durante 1970 a 1976. El exmandatario falleció a la edad de 100 años, tras una vida alejada del poder y condenado al anonimato; su nombre ligado a la represión está relacionado con la matanza de Tlatelolco del 2 de octubre, cuando fue titular de la Segob, y más tarde por los hechos del Jueves de Corpus, además de orquestar el episodio conocido como “El golpe a Excélsior”, que derivó en la expulsión de Julio Scherer García de la dirección del diario y culminaría meses más tarde en la fundación del semanario Proceso.
Echeverría falleció un día después de cumplirse un aniversario más del episodio conocido como “El golpe a Excélsior”, ocurrido el 8 de julio de 1976, el atentado contra la libertad de expresión más grande orquestado desde el poder.
Es el único expresidente mexicano que ha sido llevado ante la justicia por los cargos de genocidio y crímenes de lesa humanidad; se le giraron órdenes de aprehensión y se dictó un arresto domiciliario, pero debido a su edad no pisó la cárcel, fue exonerado de todos los cargos en 2009 por falta de pruebas.
Actor clave de las matanzas del 2 de octubre de 1968 y del 10 de junio de 1971, durante su sexenio se llevó a cabo una persecución y represión sistemática de los opositores, un pasaje obscuro conocido como la “Guerra Sucia”; desde que dejó el poder ha vivido alejado de los reflectores, confinado, repudiado por la sociedad y por su propia familia en una fortaleza de la soledad.
Durante su sexenio pretendió recuperar la hegemonía y legitimidad estatal aparentemente perdida tras la matanza de Tlatelolco. El 2 de octubre, él era el titular de la Secretaría de Gobernación, hechos por los que años más tarde se le acusaría y sería llevado a juicio en 2006.
Nacido en la Ciudad de México en 1922, Echeverría Álvarez se licenció en derecho por la Escuela Nacional de Jurisprudencia. En 1946 se incorporó a las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para desempeñarse como secretario particular de Rodolfo Sánchez Taboada, presidente de la organización política.
Su gobierno se caracterizará por una extraordinaria actividad personal y por la incorporación de jóvenes a destacados puestos gubernamentales para neutralizar la crítica al gobierno después de la huelga estudiantil de 1968. Su política de “apertura democrática” (para contener la agitación estudiantil y la creciente formación de guerrillas) lo conducirá a tratar de reformar las organizaciones políticas y sindicales.
En mayo de 1977 fue nombrado “embajador extraordinario y plenipotenciario de México en misión especial para realizar estudios analíticos en instituciones que se relacionen con países en proceso de desarrollo”. El cargo se le dio su sucesor en la Presidencia y su amigo de toda la vida, su inseparable José López Portillo.
La sombra del pasado
“Se interesaba más en la vida que en la filosofía; pero su afán por México, tan coincidente con el mío, nos unió desde la primera conversación en la que tratamos el tema, descubriéndonos recíprocamente, en un verdadero incendio nacionalista. Los dos buscábamos el sentido de nuestra Patria; la profundidad de sus planteos; la fuerza de su destino”, expresó José López Portillo en sus memorias Mis Tiempos, publicadas en 1988.
Tlatelolco
“Estaba en mi despacho con don David Alfaro Siqueiros y su esposa, Angélica por un problema migratorio que querían tratarme, yo la llevé muy bien siempre con él. Lo cual vieron muy mal en el Partido Comunista Mexicano porque él fue un activo militante siempre, desde muy joven, pero yo era admirador de su pintura. Pues estuve muchas ocasiones con él y esa ocasión, estábamos platicando muy tranquilamente. Sonó el teléfono, me avisaron que había una balacera en Tlatelolco, así fue”, dijo en entrevista Echeverría años después, justificando su actuación.
Colaborador de la CIA
“Me parece que podemos esperar una relación de trabajo extremadamente feliz con Echeverría”, indicó en octubre de 1969 el entonces embajador estadunidense en México, Robert McBride, en un telegrama enviado al Departamento de Estado, cuando se conoció la nominación del secretario de Gobernación como candidato presidencial del PRI.
Durante ese periodo Winston Scott Mackinley, jefe de la estación de la Agencia Central de Investigación (CIA, por sus siglas en inglés) en México de 1956 a 1969, reclutó a como sus informantes bajo el nombre clave de Litempo, a los expresidentes Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría.
Fuente PROCESO