Por Ar Mendoza
“Más vale viejo por conocido, que nuevo por conocer”, recitaba el dicho que posicionaba al PRI en lo más alto de la escena política mexicana, aquel partido político que mantuvo el poder por más de 70 años con base en el “acarreo”, en la compra del voto y en la intimidación para permanecer postrado en la silla presidencial, ese PRI ¡quedó! como dijeran los centennials.
¡El PRI nunca ha sabido ser oposición!, ¡El PRI necesita reformarse!, ¡El PRI requiere cambiar de colores, slogan y nombre!, se escuchaba en los cafés de los portales del Centro Histórico de la ciudad de Morelia, donde generalmente se hace el famoso “radio pasillo “y donde se acostumbra “arreglar el mundo” y grillar al mal gobierno.
Sin embargo, hoy ya no se habla del PRI, hoy ya solo se escucha ese fantasma que deambula por algunos rincones de la más añeja política.
Su líder nacional, un dirigente “descafeinado”, fue el que se encargó de dar el tiro de gracia a lo poco que quedaba del tricolor en el país.
No fueron las alianzas antinaturales con su rival histórico y su antítesis el PAN, ni con lo poco que sobrevive políticamente del PRD, es más… ni siquiera fueron los audios que inculpaban a “Alito” y que iban desde “el botox”, hasta “matar de hambre a los periodistas”, fue la soberbia y el afán de la oposición en querer ser parte del problema y no de la solución.
Alejandro Moreno Cárdenas, puede utilizar como estrategia la victimización en torno a la “persecución política” de Morena, pero lo cierto es que podría llegar a la sucesión presidencial del 2024 sin un solo Estado gobernado.
En las elecciones de este año, todo indica que Hidalgo y Oaxaca (gobernados por el tricolor actualmente) van a ser para Morena, o al menos así lo indican las encuestas que posicionan en los primeros lugares a Julio Menchaca Salazar y a Salomón Jara Cruz respectivamente.
El próximo año el PRI podría perder el Estado de México también, que ha sido su bastión histórico y que sería un golpe fulminante para el tricolor.
Por lo que el Revolucionario Institucional podría quedar en el olvido de las gubernaturas llegando al 2024 sin ningún Estado representado, lo que significaría perder el control de prácticamente toda la República Mexicana.
En lo que respecta a Michoacán, la dirigencia encabezada por Guillermo Valencia, ungido y gran amigo de Alito Moreno, ha caído en el efecto “Chimoltrufia”, puesto que conforme dice una cosa, dice otra. A veces apoyando al edil moreliano Alfonso Martínez Alcázar y otras veces lanzándosele a la yugular.
De igual manera, algunas veces es un ferviente promotor de la alianza PRI-PAN-PRD y otras la descarta totalmente.
Así pues, podríamos estar ante la extinción de un dinosaurio reumático, sin dientes y fuera de la nueva era electoral.