Por: Ar Mendoza
Morelia, Mich., a 7 de abril de 2022.- La mentira es sin duda, el recurso más utilizado por la mayoría de las figuras públicas para lograr adeptos, aceptación o atención en torno a su proyecto, ideología o interés. Es como lanzar una red al océano para ver cuantos peces logran capturar.
En México, en Michoacán y en casi todo el mundo la mentira va acompañada de la pérdida de memoria, ya sabemos que algunos políticos padecen de amnesia y de falta de conciencia. Sin embargo, esto es la causa principal por la cual la sociedad está más alejada de los asuntos públicos que antes. Simplemente ya no saben en quien confiar, quizá sea la reacción de votar al “menos peor” elección tras elección.
En política los dichos no son casualidad; muchos recomiendan “no escupir para arriba porque seguramente el escupitajo te caerá encima”. El PRI en Michoacán, con la llegada de Guillermo Valencia, a la dirigencia estatal, comenzó queriendo ser esa “oposición” que el tricolor nunca ha logrado ser, quizá porque no está en su génesis. Si lo analizamos bien, siempre han estado acostumbrados a mandar y no a estar a la sombra del poder.
Memo Valencia, comenzó con una campaña en redes sociales titulada “Revolución”, la cual no sólo hace énfasis en el nombre de dicho partido político o en su asociación denominada, “Revolución Social”, sino que pretende re-evolucionar a un partido político viciado por sus antecedentes históricos y su oscuro legado, al que no le queda criticar ni darse golpes de pecho.
Sin embargo, re-evolucionar una marca tan desgastada como lo es la del PRI pareciera una tarea titánica. El pueblo es desmemoriado, pero no ingenuo…
Asimismo, en el Sol Azteca vemos semana tras semana a Octavio Ocampo escupir hacia arriba criticando de manera enfática el actuar del gobierno del Estado y dando clases de moral a los diferentes funcionarios públicos, sin embargo, lo vimos callar ante los atropellos de Silvano Aureoles en la administración pasada.
Quizá le sobran argumentos para criticar, pero carece de calidad moral…
La realidad está tan politizada que entramos en una dispersión filosófica que no lleva a ningún lado, únicamente a la emisión de opiniones, puntos de vista y engaños por parte de los actores políticos que intentan manipular la opinión de la gente para que éstos prefieran el rojo en lugar del guinda; o el guinda en lugar del azul o así sucesivamente.
Así pues, es claro que lo anterior ha desmotivado a la ciudadanía a involucrarse en política. Sin embargo, no debemos olvidar que siempre existen honrosas excepciones a la regla y que se debe tener en cuenta que, si no hacemos política, nos la hacen a nosotros.