Por Abigail Villalpando
Morelia, Mich., a 29 de marzo de 2022.- A días de concluir marzo, ni el Ayuntamiento de Morelia ha respondido a los pronunciamientos y exigencias sobre la violencia ejercida en el marco de la marcha del 8 de marzo, ni ha transparentado proceso de averiguación al respecto; silencio total, silencio patriarcal. Este es solo el preámbulo. En esta ocasión quise hacer un ejercicio más sistemático y relacional, esperando esto puntualice las violaciones que se han venido denunciando y traduciendo en exigencias por distintas vías, tanto institucionales como performáticas y políticas, mediante marchas, consignas, foros de discusión y divulgación, y un largo etcétera.
Al Congreso del Estado: Destaca su conformación conservadora, salvo contadas excepciones, carente de formación y sensibilidad en perspectiva de género y derechos de las mujeres, niñas y adolescentes, que lejos de atender a principios de progresividad (principio que pugna por el avance y ampliación del grado de protección de de los derechos humanos) son omisos o sus actuaciones redundan en constantes violaciones a nuestros derechos. A ustedes, que nos deben tanto, les recordamos y exigimos:
-Actuar conforme al principio de laicidad. Los fueros de los que disponen no son para difundir discursos de odio, ni para reproducir estereotipos de género, ni para difundir información falsa. En tanto funcionarios públicos, su libertad de culto tiene límites muy claros: “Iglesia, Estado, asuntos separados”, “saquen sus rosarios de nuestros ovarios”
-Avance de la agenda de justicia reproductiva. No habrá justicia social hasta que no se garantice la igualdad sustantiva. Y es sumamente grave y alarmante que, partidos tan liberales/neo liberales, coarten tan alevosamente una libertad elemental para lograrla: “Hasta María fue consultada para ser madre de Dios”
-El reconocimiento de la igualdad de las mujeres ante la ley no puede eximir la autonomía de nuestro primer territorio, exigimos armonización en materia de autonomía reproductiva: “Aborto sí, aborto no, eso lo decido yo”
Al poder Ejecutivo: Municipal y Estatal
Particularmente al gobierno municipal, una de las consignas más contundentes: “El Estado opresor es un macho violador”. Un recuento de diversas razones: ¿cuál ha sido la ruta que ha seguido el poder, ahora representado y reproducido por Alfonso Martínez y su equipo, cuando su legitimidad es cuestionada?, reprimir mediante el uso de la fuerza pública. Recordemos que esta legitimidad deriva de que tanto representan la voluntad del pueblo y qué tanto actúan por el bien común; no de las élites, no de intereses partidistas y mucho menos de grupos religiosos y económicos. Y sí, digo pueblo y no sociedad, porque sociedad se ha ligado a ciudadanía, como una categoría valorativa que deja fuera a grandes sectores. El Ayuntamiento no solamente ha desatendido las denuncias hechas a y sobre sus políticas y agendas, sino que violenta derechos que por un lado limitan más la participación política de las mujeres y, por otro, busca restringir y desalentar la participación política y exigencia de las mujeres, al generarnos la impresión de que habitar y democratizar el espacio público es peligroso. Esta técnica patriarcal que ha buscado enseñarnos “nuestro lugar” en aras de mil excusas: “salvaguardar el patrimonio cultural”, “mantener el orden público”, “proteger la familia tradicional y los valores”, ahora se han recrudecido e institucionalizado.
“La policía no me cuida, me cuidan mis amigas”, fue una de las más lamentables consignas que quedaron en evidencia. Recordemos que sigue impune el encapsulamiento de distintas adolescentas y adolescentes, muchas(os) de quienes ni siquiera habían participado en la marcha, después de que fueran golpeadas(os), detenidas(os) y trasladadas(os) a las instalaciones de la Comisión Municipal de Seguridad Ciudadana, sin que se haya presentado en tiempo la lista de personas detenidas ni que se hubieran respetado ningún tipo de protocolos ni garantías. Del Ejecutivo Estatal, lo resumimos en los silencios en torno a estas denuncias y otras más hechas en contra de titulares de su gabinete, particularmente al interior de la Secretaría de Educación Pública, por ser personas anti-derechos que además de poner en riesgo a las adolescentas y niñas con sus agendas, siguen sin resolver las denuncias de estudiantes de centros educativos en los que laboran acosadores y potenciales violadores.
Al poder judicial: Aún existiendo un protocolo específico de la Suprema Corte para juzgar con perspectiva de género, encontramos a las instancias de procuración e impartición de justicia (Fiscalía, Juzgados -particularmente de primera instancia- y demás personal implicado) que:
-Se rehúsan a iniciar averiguaciones por feminicidio y que, durante los pocos que se siguen por este delito, se reproducen muchos de los estereotipos y prejuicios que perpetúan las violencias que derivan en ellos;
-Que revictimizan tanto a víctimas directas como indirectas de delitos sexuales y feminicidio; -Que insisten en re clasificar delitos de violación a “estupro” o “corrupción de menores”, por no entender cómo opera la violencia machista y patriarcal;
-Que en los juicios por feminicidio permiten los abusos de las garantías procesales de los presuntos feminicidas para retrasar sin límites la impartición de justicia y el pago de la reparación del daño, que dista muchísimo de ser integral;
-Que no garantiza el bien superior de las infancias, y que en muchos casos ni siquiera figuran en sus actuaciones, además de que contamos con una Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes que, a pesar de tener una función importantísima, es sumamente ineficiente.
A la sociedad en general: dejemos de obstaculizar las luchas de movimientos sociales que buscan justicia social, seamos sensibles y empáticas con personas que no viven nuestros privilegios y, desde éstos, repensémonos, repensemos las prácticas violentas que reproducimos, asumamos nuestra agencia y la incidencia que tenemos en nuestros espacios. A todas las personas:
-Dejemos de normalizar la violencia contra las mujeres, niñas y adolescentas: “Señor, señor, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente”
-Paremos de estigmatizar el movimiento feminista, conozcamos qué es por lo que luchan los feminismos: de poner a las niñas, adolescentas y mujeres al centro, de dejar de competir y de vernos a través de una mirada masculinizada, de rearticularnos, acuerparnos, acompañarnos: “Hermana, aquí está tu manada”, “Mujer consciente, se une al contingente”
-Rompamos los pactos patriarcales e impulsemos nuevas formas de vincularnos, de organizarnos: “Hay que abortar, hay que abortar, hay que abortar este sistema patriarcal”, apostemos por la ternura radical.