Por Clarissa A. Guzmán Fuentes
El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. El 8M surge por la lucha de las mujeres en la búsqueda de mejores condiciones laborales, por el hartazgo de la precariedad salariar y la necesidad de espacios más humanos para trabajar. Este día se ha traducido en un día de “felicitación” para las mujeres, pero no es por ahí el camino. Este día conmemora la lucha de las mujeres por sus derechos y se recuerda a todas las mujeres que han dado su vida por crear una sociedad más justa, equitativa y libre.
No se felicita, ni se regalan rosas, se reconoce a todas las mujeres: las que trabajan diariamente en sus hogares, a las abuelas que cuidan a sus nietos, a las madres, estudiantes, maestras, mucamas, meseras, licenciadas, abogadas, doctoras, ingenieras, arquitectas, artistas, escritoras, deportistas y políticas, que desde sus espacios luchan, cuidan y gritan por un mundo por y con nosotras. El 8M es todo el año, todos los días estamos en una lucha constante por ganar espacios, derechos y ser parte de la sociedad.
También este día se recuerda a nuestras muertas, mujeres asesinadas a causa del patriarcado; mujeres a las que les arrebataron la vida solo por el hecho de ser mujeres, dejando hijos, madres, padres, mascotas y amigas en la espera de justicia. El enojo, la rabia y la tristeza se convierten en un grito desesperante por no ser la siguiente. El 8M abraza a las familias víctimas de feminicidios; se les nombra porque no han sido olvidadas porque el Estado les falló, la sociedad les falló y por eso, las que estamos vivas, gritaremos sus nombres y contaremos su historia en las paredes.
Aún no podemos cantar victoria, aún falta camino por recorrer. Parte de las exigencias de este día es el derecho a la interrupción legal del embarazo, la cual es una lucha actual en países como México y Latinoamérica. El Estado quiere decidir sobre nuestros cuerpos, sin embargo, la resistencia existe y ha existido siempre. Se busca que las mujeres tengan opciones, salvar vidas, que puedan decidir sin presión de la familia, la sociedad o su pareja.
Es un momento de reflexionar, de abrazarnos y cuidarnos entre nosotras porque el Estado no lo ha hecho. Los derechos de las mujeres han sido peleados en toda la historia, no han sido dados, no se nos ha considerado como sujetas de derechos, hemos sido ignoradas, pero eso se acabó. Es por ello, que tomamos las calles este 8M, pintamos, gritamos, rompemos, peleamos, porque las calles son nuestras ahora, la ciudad cambió de género, el espacio público es femenino y tiene nuestros nombres pintados, para que a nadie se le olvide que estamos presentes y no descansaremos hasta ser libres.