Por: Abigail Villalpando
Morelia, Mich., a 19 de febrero de 2022.- Ayer, 18 de febrero, se sometió a discusión y votación el ha lugar de la iniciativa presentada por la diputada Gabriela Cázares para despenalizar el aborto y avanzar hacia la armonización normativa conforme a los criterios de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y tratados internacionales tendientes a garantizar la justicia reproductiva de las mujeres.
Lejos de haber sido un debate, presenciamos una serie de prácticas que vienen cobrando fuerza en México: de inicio, la banalización de la política, lejos de contar con representantes que asuman su quehacer legislativo en apego a los principios de progresividad de los derechos humanos, han usado la tribuna para ejercer una descarada violencia política contra legisladoras y contra las mujeres michoacanas, pero también como set de un reality show electorero que reproduce, además de violencias patriarcales y revictimizantes, lugares comunes que son tan absurdos como para creerlos inocentes; ¿a quiénes le hablan y qué refuerzan sus discursos?
Si bien comparto que hay desinformación e insensibilidad en materia de género y derechos humanos por parte de los diputados y sus equipos de asesores, mi desconfianza deviene del absurdo de sus declaraciones. ¿Por qué si son tan aberrantes, la gente les aplaude?, más allá de la efectividad del uso de falacias en ciertos espacios, intuyo que es por el uso estratégico que hacen de los sistemas de creencias de mucha gente, lo cual, además de ser perverso, es contrario a la práctica legislativa en un Estado laico cuyo marco de acción es la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y los tratados internacionales firmados y ratificados.
Otra práctica inaceptable que vuelve a hacerse visible es el abuso del fuero de los legisladores, concretamente a Baltazar Gaona, quien impunemente ha venido ejerciendo violencia política contra compañeras legisladoras. En este sentido, vale la pena recordar que el derecho también es un campo en disputa, que los derechos que se han ganado mediante movilizaciones sociales deben mantenerse y reivindicarse, sobre todo ante estas personas que siempre han vivido del erario público y que ahora han capitalizado los discursos antiderechos para ganar simpatizantes.
Más allá de las abstenciones y votos en contra, es alarmante escuchar cómo los diputados desconocen criterios tan elementales como la discriminación positiva, niegan agendas como la de justicia reproductiva y son miopes a otras realidades sociales que distan de sus privilegios. ¿Qué legítima su quehacer legislativo cuando no representan la voluntad de un sector tan mayoritario de sujetas de derechos como las mujeres?, ¿es esa legitimidad la que buscan en otros sectores sociales mediante el uso de discursos fundamentalistas?, en cualquier caso, su ignorancia y cinismo no justifica que sigan violentando nuestros derechos ni la violencia política que ejercen.
Recordaremos y seguiremos pendientes de sus prácticas: Óscar Escobedo Ledezma, Baltazar Gaona, David Alejandro Cortés, Luz María García, Ana Belinda Hurtado y Daniela de los Santos. Porque la memoria colectiva es cada vez más crítica, no solo de aquellos y aquellas que abiertamente sostienen las desigualdades y criminalizan a quienes buscan esquemas de justicia social, sino de quienes, con sus posiciones tibias, no abonan a ella.